domingo, 31 de agosto de 2014

ANALISIS DEL VITRAUX DEL INSTITUTO ARGENTINO DEL DIAGNOSTICO

A los Hermanos de Heliópolis, dondequiera que se encuentren.
A los verdaderos Hijos del Arte, perdón por la ignorancia de este soplador.


Heliópolis es además el nombre de "un grupo muy discreto y universal de alquimistas", que ha albergado tanto a laicos como religiosos. Por esta fraternidad habrían pasado gente como "Champagne, Swaller De Lubicz, Dujols, Eugene Canselliet y otros.

En el populoso y distinguido barrio de Recoleta, se encuentra el Instituto Argentino del Diagnóstico, ubicado más precisamente en Marcelo Torcuato de Alvear 2300.
Detrás de un maravilloso patio de descanso, con una fuente en el centro, unas pocas mesitas y una frondosa y cuidada vegetación en canteros bien delimitados alrededor de la misma, como si dicha fuente representara el Axis Mundi de laTradición, y justo a la derecha de la entrada principal del bar/comedor de dicha institución, se encuentra un interesante vitraux, que anteriormente pertenecía a la capilla de dicho centro de salud.
En la parte inferior derecha se encuentra la firma de su autor, A. Armanino, y luego aparece lo que podría ser una dirección (Neuquén 2073 Buenos Aires), sin otros detalles como locación exacta y fecha de realización.
La impresión general del vitraux, nos muestra un imperfecto estado de conservación, un deterioro progresivo y partes de vitraux faltantes al costado izquierdo del cáliz; sin embargo, pueden leerse los rastros de la tradición plasmados en el mismo por el autor, quizá de manera inconsciente y repetitiva, producto de su oficio, o quizá con intencionalidad de transmitir un mensaje oculto, de doble lectura… nunca lo sabremos, salvo que el autor se halle con vida y sea localizado.
Mientras tanto, procederemos a analizar los diferentes motivos dentro del vitraux y luego, intentaremos establecer la relación entre las partes, si esta existe. 


Comenzando por el extremo superior, notamos claramente la imagen de la paloma como representación del Espíritu Santo irradiando su influencia sobre la figura de Cristo. Aquí se nos muestra sin ocultamiento el Agente Universal, Anima Mundis, Leche de Virgen o Rocío, que diferencia la Alquimia de la Química, sin el cual la Obra jamás puede ser realizada. Su conexión con el cáliz (grial-vaso hermético), aunque aparentemente disconexa con el cáliz en el extremo inferior del vitraux, es evidente: nos refiere dos significaciones:
a- La recogía del rocío en el tiempo de la Virgen y la Balanza. (sobre la imagen de Cristo, representativo de la materia prima y a la vez la piedra perfeccionada)
b- El elixir que surge de la piedra en rojo ( elixir de vida o tintura al rojo)

La paloma, también, designa para los adeptos la parte volátil de la materia, pero su simbolismo alcanza otros significados: para el Cristianismo la paloma simboliza la tercera persona de la Trinidad: el Espíritu Santo.En las diferentes culturas alquímicas el Ave Fénix es la más sublime expresión de la transmutación, la coronación de la Gran Obra, al renacer radiante el ave que surge de las cenizas.
La tradición esotérica atribuye toda una gama de significados a diferentes pájaros en función de sus colores: el cuervo (negro) es la inteligencia; el pavo real (verde y azul), las aspiraciones amorosas; el cisne (blanco), la vida espiritual y la libido, el ave Fénix (rojo) la inmortalidad.
Los cuatro angeles o Kerux, representan los cuatro elementos presentes en la naturaleza (tierra, fuego, aire y agua). También representan los signos cardinales de cada uno de estos elementos o los cuatro animales del evangelio: el león (Leo) el águila (Escorpio), El toro (Tauro) y el hombre (Acuario).
También en el argot o lengua verde la palabra evangelio significa “El águila que va hacia el sol” (Ev Ange Lio). El águila es el símbolo de la sublimación, de lo volátil antes de fijarse, del azufre mismo.
Tomemos en cuenta que estos cuatro kerux o elementos se encuentran dentro del rectángulo de la figura (el mundo material). Nos habla de la manifestación terrestre de los cuatro elementos sutiles, a saber: tierra de tierra, tierra de agua, tierra de fuego, tierra de aire; esta clave es capital para entender que las características astrales de los elementos están fijadas a la materia o Jesús (Fijación). En la Piedra o Cristo no solo están fijadas sino también coaguladas (Coagula).
Notemos también que por fuera del rectángulo material, se encuentran las figuras de unas palmas (símbolo femenino). Representa el aspecto virginal de la naturaleza, asociada al Anima Mundis o Agente Secreto (El Mercurio que junto con el Azufre convive en la Sal Doble del Rocío que viaja en La leche de Virgen).

Como vemos, prácticamente toda la historia sagrada tenía un significado astrológico para los Alquimistas. Algunas imágenes eran tan conocidas como la del Templo de Salomón como templo solar, y la consecuente orientación de los templos cristianos para que la puerta del este permitiera que el sol venciera a las tinieblas, o la del candelabro de siete brazos como representación del sol y los cuerpos celestes, pero era especialmente la figura de Cristo la que, a través de los pasajes más conocidos de su vida, encerraba un mensaje astronómico más importante. Cristo era fundamentalmente la piedra filosofal, al igual que la Trinidad, la piedra que se funde a sí misma.

La parte central del glifo (ya que a estas alturas, debemos sospechar que el vitraux representa un glifo integrador de la Obra Filosófica), nos encontramos con la figura de Jesucristo, inscripto junto con sus apóstoles en un gran círculo.
Aquí encontramos la gran imagen del Uroborus, la cual analizaremos un poco más adelante.
Este Gran círculo, símbolo de la unidad de la materia, del solve et coagula, nos muestra los colores principales de la obra en progresión: Negro (Putrefactio), Blanco (Albedus), Rojo (Rubedus o Rubeus) . Pero también nos muestra los colores secundarios de la Obra.

Negro: Es el color de Saturno, emblema del Plomo de los Filósofos, dragón negro. Es el color del Caos o materia primera. Es también el color de la muerte, del Cuervo y de la Putrefacción, emblema del Azufre alquímico.
Blanco: Es el color de la Pureza, del Mercurio sublimado, indica la Luz. Los Caldeos con la voz "hur-heurim" señalaban lo blanco, lo puro, lo noble. El blanco es el color de la Piedra Blanca, que transmuta los metales en purísima Plata. Es el color del Régimen Lunar.
Gris: Color emblemático de San Cristobal, portador del Oro, y característico del Régimen de Júpiter, tercero de la Gran Obra.
Rojo: Es el color del fuego, de la exaltación por el fuego sófico, de la piedra Roja que transmuta todo metal en oro. Por otra parte, es el símbolo de la volatilidad, el predominio del espíritu sobre la materia, es el jeroglífico del fuego sófico obtenido del espíritu primaveral que inunda los campos por las mañanas. Es el color del Régimen Solar.
Azul: También llamado Ala de Cuervo, es el color de Venus, es el color de la tierra en las ocasiones en que sustituye al negro, es el símbolo del cobre, emblemático del azufre alquímico.
Verde: Es el color del agua, y también de la 2ª materia de la Gran Obra. Aparece en el Régimen de Venus.
Amarillo: corresponde a la etapa de Xantosis. Término utilizado en Alquimia para definir el fenómeno de "Amarilleamiento" correspondiente a la tercera de las fases (hay cuatro) de la transmutación alquímica.
Amarillo Rojizo o Citrino: Corresponde a la etapa de Citrinitas. Color del Régimen de Marte.



El vitraux, tratado a través del flash de la cámara, nos revela más profundamente como resaltan los colores de la Obra.
También nos revela el proceso de Circulación propio de la Obra Filosófica, además de tener paralelismos con el axis zodiacal (referencia al Rosario filosófico planetario y zodiacal). De hecho los cinco círculos inscriptos forman una cruz (el axis zodiacal) pero también un flor de cuatro pétalos y un centro, haciéndonos referencia a los cuatro elementos más el quinto, representado por Jesucristo e Éter o también llamado por el Argot alquímico Prima Materia (no confundir con Materia Primera o cercana de la Obra).
Teniendo en cuenta A Zacharie, Valentin, y Filaleteo, la flor también refiere a los espíritus metálicos contenidos en la Mena de los Sabios y a los hongos (óxidos) de los metales. También la flor representa el azufre de los filósofos o flor de azufre.
En el cuerpo central de la flor, se halla Nuestro Señor, con su túnica roja, levantando los dedos índice y medio de su mano derecha en señal de bendición. El signo de bendición sacerdotal, nos muestra la confluencia de los elementos éter (materia Prima) y el elemento aire. También corresponden a Saturno (putrefactio) y a Júpiter (animatio).
Nos encontramos también con un detalle curioso: Se nos presentan once apóstoles en vez de doce: podemos asociar esto de una manera muy inocente, diciendo que el apóstol traidor (Judas) fue excluido. Sin embargo debemos reconocer que los arquetipos zodiacales en la Alquimia cobran relevancia:
Los once apóstoles son los once signos zodiacales conocidos, en tanto que Jesucristo está representado por el signo de Capricornio (la inmersión en la materia, en el mundo demiúrgico como posibilidad de salvación de la humanidad. Lo mismo se dice de la Piedra.
Capricornio es la inmersión en el Samsara, el mundo de las reencarnaciones (o de la recurrencia). Es el Nodo de entrada al mundo fenoménico.
En este caso la figura de Cristo ingresa en el ciclo Urobórico con el signo de bendición, esto es, bendecir el mundo en el cual el espíritu está atrapado en la materia.
Este concepto nos revela la intención de purificación desde un nivel más elevado (Eter o densidades superiores), un agente, un fuego secreto, purificador, escondido en lo más íntimo de la naturaleza (aún en la materia misma), capaz de redimirnos a todos.

Con respecto a los círculos y su relación con el glifo Urobórico valen algunas aclaraciones:
El uróboros, también ouroboros, del griego «ουροβóρος», uróvoro, de oyrá, que quiere decir cola y borá, que significa alimento, es un símbolo que muestra a un animal serpentiforme, engullendo su propia cola, conformando con su cuerpo una forma circular. El uróboros simboliza el esfuerzo eterno, la lucha eterna, o el esfuerzo inútil, ya que el ciclo vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo.
El Uróboros, es un concepto empleado en diversas culturas a lo largo de al menos los últimos 3.000 años. Engloba varios conceptos similares y otros que no están relacionados y han sido asimilados recientemente por el cine y la televisión. Generalmente un dragón representado con su cola en la boca, devorándose a sí mismo. Representa la naturaleza cíclica de las cosas, eleterno retorno y otros conceptos percibidos como ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen. En un sentido más general simboliza el tiempo y la continuidad de la vida. Se usa como representación del renacimiento de las cosas que nunca desaparecen, solo cambian eternamente.
En un principio su uso más antiguo estaba en la emblemática serpiente delAntiguo Egipto y la Antigua Grecia. Los uróboros se remontan a los jeroglíficoshallados en la cámara del sarcófago de la pirámide de Unas, en el 2300 a. C. El símbolo tradicional consiste en un dragón o una serpiente que se muerde la cola y crea un círculo sin fin.
Igualmente se puede encontrar un mito similar en la mitología nórdica. En esta mitología, la serpiente Jormungand llegó a crecer tanto que pudo rodear el mundo y apresarse su propia cola con los dientes. Este mito fue divulgado más ampliamente por la literatura de entre guerras del siglo XX. El deseo por la consecución del saber oculto, llegar a encarar las fuerzas elementales de la naturaleza, temibles y monstruosas, pero que finalmente conducen hacia la debilidad y la culpa.
El Uróboros representa la personificación de fenómenos naturales como el sol, las olas del mar, etc., subiendo hasta cierta altura y entonces cayendo bruscamente, para volver a empezar. Esto lo relaciona con el mito solar deSísifo y Helio, el disco del sol que sale cada mañana y después se hunde bajo el horizonte. Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes que alcanzase la cima de la colina, la piedra rodaba de nuevo hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar desde el principio.
En la película de Roman Polanski de 1999, "The ninth gate" ("La novena puerta") en el libro sobre el cual gira la trama del filme, titulado "De vmbrarvm regni novem portis", vemos una remiscencia estilizada del Uróboros, en la portadilla interna del libro, hay una xilografía donde se ve un árbol con una serpiente enroscada en él que se está mordiendo su propia cola... La serpiente, se enrosca formando unas figuras como de varios números ochos entrelazados unos con otros, muy similar a cómo se enroscan las dos serpientes presentes en el Caduceo del dios Mercurio.
En el libro "Alquimia, el secreto entre la ciencia y la filosofía", Andrea Aromático señala: "La serpiente Uroborus, emblema de la propia alquimia, simboliza el núcleo conceptual de la filosofía hermética: cada cosa está ligada al Todo; materia y espíritu son una misma cosa, a través de cuya manipulación se realizan maravillas; y finalmente es posible la transmutación de los cuerpos". 
En la práctica de la alquimia, expresa la unidad de todas las cosas, las materiales y las espirituales, que nunca desaparecen sino que cambian de forma en un ciclo eterno de destrucción y nueva creación, al igual que representa la infinitud. El texto más antiguo donde aparece es en la Chrysopoeia «fabricación del oro», un tratado alquímico del siglo II, escrito en Alejandría por Cleopatra. Muestra la inscripción griega εν το παν, hen to pan, «todo es uno», y aparece mitad blanco, mitad negro, mostrando la dualidad presente en todo. En algunas representaciones el animal se muestra con una mitad clara y otra oscura haciendo recordar la dicotomía de otros símbolos similares como el yin y yang. En la Alquimia, el Ouroboros simboliza la naturaleza circular de la obra del alquimista que une los opuestos: lo consciente y lo inconsciente, lo masculino y lo femenino, prefigurando al divino andrógino alquímico y tántrico. Siendo igualmente un símbolo de purificación, que representa los ciclos eternos de vida y muerte.
Los alquimistas identifican a los cuerpos celestes con metales. Luna: plata, Mercurio: mercurio, Sol: oro, Marte: hierro, Júpiter: estaño y Saturno: plomo. Los siete "planetas" de los siete metales alquímicos. Esto se apoya en la idea de que lo macro se corresponde con lo micro y en la trascendencia que se le da a la naturaleza. El alquimista toma en cuenta incluso las estaciones del año para la realización de las operaciones alquímicas. Maneja así otra concepción del tiempo.En esta concepción el zodíaco cobra un lugar preponderante.
El circuito Urobórico es otra forma de expresión del movimiento temporal, que incluye la disolución y la coagulación, lo fijo y lo volatil. Es un tiempo recurrente, una Matrix que atrapa las conciencias, un arte de lo repetitivo. Y además un motivo para meditar acerca de lo recursivo en nuestra vida psicológica, y en la estructura físico-matemática de nuestro universo demiurgico. Somos esclavos de los planetas y las constelaciones, de la mecanicidad de este cosmos. La figura del Caduceo de Hermes nos da la clave de acceder a la Piedra Filosofal, nos permite unir los circuitos; solo alcanzando la conciencia despierta en ese instante nodal, podrá desvelarse ante nuestros ojos, lo que el espacio y el tiempo, la materia y la energía nos ocultan, esta es, si mi memoria me es fiel, la definición de la Piedra Filosofal de Fulcanelli

En la esquina inferior izquierda vemos la representación de la Sagrada Familia. En ella se representan los tres principios (el Azufre, el Mercurio y la Sal) La estrella en la esquina superior derecha, es la estrella de los magos (en este caso la Estrella de Los sabios o Estrella de la Mañana): Es el signo perfecto de la obra, aparece y desaparece después de los combates en los que interviene el Mercurio, (está sobre la Virgen, símbolo de Mercurio) y es el mudo testigo de las transformaciones que experimentan internamente los cuerpos alquímicos. Nótese que esta estrella es doble; la primera aparece después de la purificación por el fuego y la sal, anunciando la concepción del embrión alquímico, la segunda corona al niño antes de nacer. Es el astro de 6 puntas, sello de Salomón, signo de pacificación y de procreación, firma del Tema de los Sabios.
El nacimiento de Cristo simbolizaba el fin de la era de Capricornio, al igual que su imagen como cordero de Dios, por la coincidencia de su nacimiento con el sol cruzando el ecuador a cinco grados del cordero. También simbolizaba la entrada en la era de Piscis, de ahí que los cabalistas justificasen claramente que el signo de los primeros cristianos fuera un pez, y que el antecedente iconográfico de Cristo, muerto y resucitado fuera Jonás expulsado de la ballena, muerto y vuelto a nacer, lo que coincide con el símbolo alquímico de Piscis. También el tiempo de cuaresma simbolizaba a Piscis, en cuanto a que era época de comida de peces.
Ya se ha mencionado que también que Jesús dijo a cada uno de los apóstoles que fueran cada uno a los confines de la tierra y enseñaran lo que él les había enseñado, y la relación con los signos zodiacales que representaba esta acción, que a su vez presuponía que Jesús era conocedor de la geometría esférica como una estructura equilibrada de la tierra que armonizaba con los conocimientos del cosmos.

En la esquina inferior derecha se vemos el motivo de Cristo resucitado: el punto álgido de la transmutación alquímica: la muerte y la resurrección, de ahí que las comunes letras INRI en la cabecera de la cruz fueran interpretadas alquímicamente como la conjunción de los cuatro elementos. En lugar de Iesus Nazarenus Rex Iudacorum, se podía leer en hebreo Iam (agua), Nour (fuego),Ruach (aire o espíritu) y Iabesshah (tierra). Estos cuatro elementos tenían a su vez bien definidas sus características en cuanto a naturaleza, temperamento, color, sabor y olor, de tal forma que se podían simbolizar a partir de alguno de sus adjetivos. Así el fuego era el calor seco, era nervioso, rojo, amargo y penetrante; el aire era el calor húmedo, era sanguíneo, amarillo, dulce y perfumado; el agua era el frío húmedo, era linfática, blanca, insípida y fétida; y por último la tierra era el frío seco, el humor negro, era negra, agria y fétida. De esta manera Cristo-Dios, como espíritu del universo que manejaba el sol y los planetas, clasificaba en estados la tierra y el hombre. A los alquimistas les bastaba con averiguar qué querían decir las alineaciones celestes ordenadas por Dios para, cuando se repitieran, llevar a cabo la transformación del cuerpo y el alma que pretendían.
Así, en el Libro de la Santa Trinidad se describía un Cristo crucificado sin cruz o con la cruz escondida u oculta, coronada por un águila de dos cabezas tras la que aparecían siete heridas o padecimientos con un águila y una corona. En este caso, el mensaje hacía referencia a los siete metales principales en la alquimia, y no a una circunstancia cósmica, pues para simbolizar ésta no necesitaban de unos signos especiales.
Un detalle revelador de la imagen de Nuestro Señor es su rodilla al descubierto: es el símbolo de la iniciación, y a la vez de un secreto oculto que se revela (recordar la primera lámina del Mutus Liber, en la cual Jacob en el suelo muestra su rodilla mientras ángeles descienden del cielo por la escalera. si se observa esa lámina en su conjunto, también un gran secreto es revelado: los laureles forman un circulo intersecado por la escalera: es el símbolo de la sal, y junto a la imágen de los ángeles descendiendo del cielo, no queda ya mas dudas de lo que se nos revela: la sal que viene del cielo en forma de rocío).
 Plancha 1 del Mutus liber. Al Lado Símbolo de la Sal en alquimia, pero rotado tal como figura incluido veladamente en la Plancha 


Símbolo de la Sal en Alquimia

La representación final y más definitoria de esta imagen, es la del perfeccionamiento de la piedra, la rubedo. Cristo con su túnica roja surgiendo del sepulcro triunfante. Los tres soldados representan así los tres principios conjugados armónicamente en la piedra perfecta.

Por último, la copa de la Santa Comunión se interpretaba no sólo como símbolo de la transmutación, sino como la copa de la esencia misma de la vida en su pureza primitiva, espiritual y vivificante. Por eso en las representaciones alquímicas se solía excluir a Noé, bebedor del vino, ejemplo del espíritu fermentado y destructivo, y se encumbraba al Santo Cáliz como portador de todo lo contrario, el fluido generador de la vida, la piedra filosofal.
También como llave final de revelación el cáliz alude al principio femenino (el órgano femenino y el secreto de sus fluidos),asociado a la vía alquímica tántrica y a la taoísta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario